"Herramientas y Actividades para el desarrollo de la Geografía y la Historia dentro del aula".
jueves, 29 de septiembre de 2011
HIDROGRAFIA ARGENTINA:
La riqueza hidrológica de la Argentina es excepcional: no sólo abarca las denominadas ‘aguas superficiales’ Ríos, lagos, lagunas y esteros, sino también campos de hielos y aguas subterráneas. Por otra parte, en su mayoría, los ríos son navegables y además, representan un importante fuente de energía
Los sistemas hidrográficos más importantes de la República Argentina son los pertenecientes a esta pendiente.
- Cuenca del Plata
Esta cuenca, la más relevante de la Argentina, tiene sin duda una dimensión internacional, ya que a ella pertenecen ríos cuya naciente se encuentra fuera del territorio nacional y, al mismo tiempo, representan una vía de navegación para la Argentina, Paraguay y Brasil. Abarca una extensión total de 3.100.000 km2, en la cual viven unos 90.000.000 de personas, distribuidas en cinco países: la Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay.
Por otra parte, la Cuenca del Plata recoge las aguas de los ríos que descienden de la Puna, del Sistema Subandino, de las Sierras Pampeanas y de los que recorren las llanuras pampeana y chaqueña y toda la Mesopotamia.
Los principales ríos que integran esta cuenca son:
Río Paraná: Nace en Brasil. Desde su naciente hasta su desembocadura mide 3.780 km y su anchura es variable. Su tramo argentino comienza en la desembocadura del río Iguazú. Desde este punto hasta su desembocadura, su longitud es de 1.710 km. Su menor caudal (estiaje máximo) se registra entre agosto y septiembre. Luego empieza a crecer, hasta que, a fines del verano, comienza a producirse la bajante, con un pequeño repunte en el otoño. Este régimen del río resulta alterado desde la desembocadura hasta la ciudad de Rosario por la acción de las mareas y los vientos, en especial la Sudestada y el Pampero.
El Paraná es navegable por barcos de ultramar hasta Santa Fe. Sin embargo, los de un calado de 24 pies (poco más de 7m) no pueden llegar más allá de Rosario. Desde Santa Fe hasta Corrientes es navegable por embarcaciones de hasta 7 pies (poco más de 2m) y, desde Corrientes hasta el Iguazú, por barcos de calado no superior a los 4 pies (1,20m).
Río Uruguay: Nace en Brasil. Su desarrollo total es de 1.790 km. El tramo argentino alcanza a 1.170 km. Su lecho tortuoso, con frecuentes saltos y restingas (peñascos o lengas de arena o piedra sumergidas en el agua, a poca profundidad), hace que sólo sea navegable desde su desembocadura hasta Concordia. El calado de los barcos que lo recorren no puede ser mayor de 9 pies (2,70m). Su caudal mínimo se registra en verano, mientras que el máximo lo trae entre los meses de junio y octubre.
Río de la Plata: Se extiende desde la unión del Paraná y el Uruguay hasta una línea imaginaria que une el Cabo San Antonio (Argentina) con Punta del Este (Uruguay). Su longitud es de 275 km y su estuario cubre una superficie de 35.000 km2. A la altura de Colonia (Uruguay), su anchura es de 40 km y, entre los puntos extremos de su desembocadura, de 200 km.
El régimen del río de la Plata depende del aporte de agua de sus dos grandes afluentes, pero, además, está sometido a la acción de las mareas y de los vientos Sudestada y Pampero.
Por recibir constantemente una enorme masa de material sedimentario que arrastra todo el sistema, su navegabilidad sólo es posible gracias al constante dragado de que son objeto los canales de acceso a los puertos de Buenos Aires y La Plata. En estas condiciones puede ser recorrido por barcos de hasta 30 pies de calado (10m).
Río Paraguay: El tramo argentino es breve y de escasa pendiente. Desde la desembocadura hasta la ciudad de Asunción es navegable por barcos de 7 pies de calado (2,10 m). Sus afluentes son el río Pilcomayo (régimen tropical, con caudal máximo a fines de verano) y el río Bermejo (régimen tropical; desde Puerto Bermejo hasta Presidencia Roca, navegable para barcos de hasta 2 metros de calado).
Río Salado (Juramento): De curso cambiante. Las complejas obras del Dique JumeEsquina regularizarán su cauce.
Río Carcarañá:No es navegable.
Comprende el conjunto de ríos de la Pendiente Atlántica que atraviesan la Patagonia, desde el río Colorado (inclusive) hasta el río Grande de Tierra del Fuego. Nacen en la cordillera, sus cauces corren encajonados entre terrazas y son alóctonos (no reciben ningún afluente en su curso medio e inferior y su caudal proviene de sus nacientes). Por la acción dominante de las mareas del océano, no forman estuario (ensanchamiento de los ríos en su desembocadura en forma de bahía; agua dulce), sino ría (entrada del mar en la parte inferior de los ríos producida por el avance y reflujo de las mareas; agua salada). Todos los ríos patagónicos crecen dos veces al año: una en invierno, por acción de las lluvias, y otra en primavera, por fusión de la nieve. La bajante máxima ocurre en otoño. Los principales ríos de este sistema son:
Río Negro: Es el río más importante de la Patagonia. Recorre la meseta conformando un encajonado valle cuya anchura media es de unos 15 km. En sus márgenes se escalonan tres niveles de terrazas. En la parte más ancha, su cauce encierra las islas ChoeleChoel. Alcanza el océano Atlántico tras recorrer 730 km y no recibe ningún afluente. Desde su desembocadura hasta la confluencia de los ríos Limay y Neuquén que le dan origen, es navegable con chatas de calado reducido. Las obras del Chocón Cerros Colorados llevadas a cabo en los ríos Limay y Neuquén permiten regularizar el caudal del río Negro y, en consecuencia, volverlo totalmente navegable. El aprovechamiento del caudal de este río para riego es muy importante.
Río Chubut: Nace en los Andes. En su confluencia con el río Chico se ha levantado el dique Florentino Ameghino, que beneficia a las poblaciones situadas a lo largo de su curso, en especial a la ciudades de Gaimán, Trelew y Rawson. No es navegable.
Río Santa Cruz: Nace en el lago Argentino, que a su vez se conecta con el lago Viedma. Pese a su importante caudal, la velocidad de su curso y los afloramientos rocosos de su lecho impiden la navegación normal.
Son las que de ordinario no desaguan en el mar; sus aguas se pierden a lo largo de su curso en el propio territorio, ya sea por filtración o evaporación. Compr den dos sistemas importantes: Cuenca del esaguadero (ríos Jáchal, Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel. El río Desaguadero es el colector). Esta cuenca, de gran importancia hidroeléctrica y para riego, suele ser denominada temporaria, porque, en épocas de grandes crecientes, sus aguas pueden alcanzar el mar, conectandose con el río Colorado, pero no con el nombre de Desaguadero, sino de río Curacó.
Cuenca de las Sierras Pampeanas: comprende los ríos Salí, Primero, Segundo, Quinto y otros menores. Estos cursos de agua son de gran interés hidroeléctrico e irrigatorio.
Los ríos que recorren la Puna constituyen una tercera cuenca endorreica, de poca importancia.
Comprende ríos situados en la parte del territorio argentino en la cual la divisoria de las aguas se encuentra hacia el Este del límite con Chile, de modo que, al dirigirse hacia el Pacífico, recorren una porción del territorio nacional. Tal es el caso del río Futaleufú, en cuyo curso se ha levantado una usina hidroeléctrica que abastece de corriente eléctrica a la planta de aluminio que se levanta en Puerto Madryn.
- Lagos y lagunas
Todos los lagos argentinos se encuentran en la Patagonia, ya sea en la misma cordillera andina (de origen tectónico) o en la región extracordillerana (de origen erosivo). Algunos lagos cordilleranos son compartidos con Chile (de Norte a Sur: Gral. Vintter, Buenos Aires, Pueyrredón, San Martín y Fagnano).
Los lagos de los Andes patagónicos de exclusiva soberanía argentina son el Argentino ( 1.415 km2); el Viedma (1.088 kmz), el Nahuel Huapi (550 km2) y otros menores. Los lagos más importantes de la Patagonia extraandina son el Colhué Huapi (803 km2) y el Musters (434 km'), ambos en la provincia de Chuhut.
Las lagunas se encuentran esparcidas a lo largo de todo el territorio nacional. Algunas de ellas son de origen marino y tienden a desaparecer, transformándose con el paso del tiempo en salinas. Otras son simples acumulaciones de agua de lluvia o de agua procedente del deshielo, que anegan las zonas deprimidas. En las llanuras hay numerosas lagunas, tanto de agua salada como de agua dulce, sobre todo a lo largo de la depresión chacopampeana, así como también en la provincia de Buenos Aires.
LA AMÉRICA ESPAÑOLA
Francisco de Toledo, Virrey de Perú entre 1569 y 1581. |
La Corona española separó los nuevos territorios en una serie de dependencias administrativas denominadas Virreinatos. Cada Virreinato era gobernado por un virrey, designado por el rey. El cargo de virrey comenzó siendo hereditario, pero pasó a ser permanente y no hereditario a partir de 1535. El virrey gobernaba en representación del monarca. El resto de altos cargos coloniales, eran ocupados por nobles o letrados llegados desde la metrópoli, y los cargos menores por criollos allegados a los altos cargos anteriormente mencionados.
Se crearon también las denominadas Capitanías Generales, se encontraban adscritas a un Virreinato, y eran gobernadas por un Capitán General, que ejercía funciones militares tales como la lucha contra la piratería y las tribus aborígenes rebeldes.
Los Virreinatos establecidos fueron: Virreinato de Nueva España, Virreinato del Perú, Virreinato del Río de la Plata y Virreinato de Nueva Granada.
Las Capitanías Generales fundadas por la corona fueron: Capitanía General de Cuba, Capitanía General de Guatemala, Capitanía General de Puerto Rico, Capitanía General de Chile, Capitanía General de Venezuela, Capitanía General de Yucatán y Capitanía General de Santo Domingo.
Las metrópoli se valía de una serie de leyes y un complejo aparato burocrático para mantener el orden en las colonias americanas. De esta manera, mediante la creación de las Leyes de Indias, La Casa de Contratación y el Consejo de Indias, además de los Virreinatos y Capitanías Generales anteriormente mencionados, se logró institucionalizar el dominio español en América.
LA AMERICA COLONIAL:
LA AMÉRICA COLONIAL
A lo largo de la Historia, se han dado en América Latina numerosos fenómenos políticos, sociales, económicos y culturales únicos en el mundo. Por su naturaleza, estos fenómenos, a pesar de sus enormes particularidades, no se han dado de forma fortuita. Para comprenderlos mejor, es preciso remontarse a los siglos XVI, XVII y XVIII, centrándonos en la organización colonial tras la conquista y las repercusiones que este hecho tuvo sobre los pueblos originarios. Ello es necesario para ilustrar los fenómenos políticos, sociales y económicos del período considerado, indagando en los antecedentes de futuros acontecimientos que tendrán lugar en la convulsa y cambiante América nacida de las revoluciones que acabaron con el dominio español y portugués en el continente.
EL SURGIMIENTO DE LOS IMPERIOS COLONIALES
El Tratado de Tordesillas y el surgimiento de los imperios coloniales.
Tras la unificación dinástica de los reinos de Castilla y Aragón, en 1469, y la conquista de los territorios musulmanes en la península, concretada con la toma de Granada en 1492, los Reyes Católicos debieron hacer frente a un nuevo reto: la apertura de nuevas rutas comerciales a Oriente.
Por entonces, el comercio con las tierras orientales estaba monopolizado por los turcos otomanos, que bloqueaban las rutas marítimas, mientras que el comercio terrestre se encontraba en manos de Génova y Venecia.
Por entonces, el comercio con las tierras orientales estaba monopolizado por los turcos otomanos, que bloqueaban las rutas marítimas, mientras que el comercio terrestre se encontraba en manos de Génova y Venecia.
El Reino de Portugal, unificado con anterioridad, se encontraba en una situación similar que el de Castilla y Aragón, por lo que, desde ambos reinos, se alentaron diversas expediciones marítimas con el objetivo de abrir estas nuevas rutas. En esta labor, destacaron navegantes como Vasco da Gama o Magallanes, los cuales encontraron nuevas rutas marítimas para el comercio con la India y Cipango (Japón), y establecieron importantes colonias en diversos puntos de la costa africana, que otorgaron a Portugal un gran poder comercial durante un largo período.
Escena del siglo XIX que representa la llegada de Colón a América. |
Pero el descubrimiento que más trascendencia tuvo, fue el protagonizado por el marino genovés Cristóbal Colón, cuyos viajes, financiados por los Reyes Católicos, permitieron la llegada de los primeros europeos a lo que se conocería posteriormente como América, abriendo de esta manera nuevos horizontes comerciales que harían de España la principal potencia económica, política y militar durante casi trescientos años.
Juan II de Portugal |
Tras enterarse el monarca portugués, Juan II, de los descubrimientos de Colón, reclamó parte de los territorios descubiertos como suyos, escudándose en el Tratado de Alcaçovas firmado en 1479 entre Alfonso V de Portugal y los Reyes Católicos, según el cual los territorios ubicados al sur de las Islas Canarias pertenecían a Portugal. Los Reyes Católicos negaron tales demandas, alegando que la navegación se había efectuado al oeste, y no al sur de Canarias.
Para solucionar la disputa, Isabel y Fernando acudieron al papa Alejandro VI, para que mediase. Mediante cuatro bulas, el pontífice repartió los territorios descubiertos entre Castilla-Aragón y Portugal. Se fijó el meridiano divisorio a 100 leguas al oeste de Cabo Verde, siendo la zona occidental castellana y la oriental portuguesa. Este acuerdo se concretó con la firma del Tratado de Tordesillas entre España y Portugal en 1494.
De esta manera, quedaron marcadas las zonas de influencia de los que fueron dos de los más grandes imperios coloniales de la época. Esta división tendría profundas repercusiones en los movimientos emancipatorios latinoamericanos y en el surgimiento de las nuevas naciones, trescientos años después.
LA COLONIZACIÓN DE AMÉRICA
Tras la llegada de los primeros colonos, tanto España como Portugal comenzaron a abrirse paso a través del continente. Pero no estaban solos. Otras potencias europeas, como Francia, Reino Unido y Holanda, se habían unido a la carrera por la obtención de territorios de ultramar en América. Las motivaciones de estas potencias para la conquista de América, eran principalmente económicas, ya que buscaban nuevas fuentes de materias primas y la apertura de nuevas rutas comerciales, pero la posesión de estos territorios proporcionarían también a su dueño un importante poder político, fundamental para erigirse como potencia hegemónica.
La colonización española
El primer asentamiento español en el continente, fue fundado en la isla La Española. Tras esto, comenzó la colonización de Centroamérica. Al mando de Hernán Cortés, soldados españoles se abrieron paso a través del Imperio Azteca. Valiéndose de su superioridad armaméntistica y de las rivalidades entre los
pueblos autóctonos, los conquistadores lograron doblegar la resistencia azteca, masacrando a los nativos y sometiendo a los supervivientes a régimenes de trabajo forzado tales como la encomienda, la mita, el porteo o la esclavitud.
Tras destruir los imperios Maya y Azteca en Centroamérica, los colonos fundaron el Virreinato de Nueva España, el 12 de octubre de 1535, que se extendería a través de Centroamérica, México y el sur de lo que actualmente es Estados Unidos.
Una vez consolidado el poder en el Virreinato de Nueva España, comenzó la colonización de América del Sur. Al igual que en Centroamérica, los conquistadores se encontraron con la oposición de los nativos, y especialmente, la del Imperio Inca, los cuales, tras ser derrotados, fueron sometidos al mismo régimen de trabajo forzado. De esta manera, se fundaron tres nuevos virreinatos: Virreinato del Perú, Virreinato de Nueva Granada y el Virreinato del Río de la Plata.
El dominio español de estos territorios se extendió hasta comienzos del siglo XIX. Durante estos trescientos años, América, tierra rica en recursos naturales, se convirtió en la proveedora de materias primas y metales preciosos de España y
por ende del resto de Europa. Estos materiales extraídos de las colonias, permitieron a España financiar sendas guerras en el continente europeo, mantener un elevado gasto militar y diplomático, y sobre todo, conservar su estatus de potencia hegemónica.
A pesar de haberse propuesto como principal objetivo en América la evangelización de los nativos, motivo
Portada de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, de Fray Bartolomé de las Casas (1552). En ella se denuncia los abusos de los conquistadores españoles sobre los indígenas americanos. |
por el cual España contaba con el beneplácito del Vaticano, los colonos sometían a todo tipo de abusos, vejaciones y humillaciones a la población autóctona, la cual se veía obligada a trabajar en condiciones de esclavitud para abastecer la demanda de metales preciosos y materias primas de la metrópoli. A pesar de encontrarse sometidos al poder invasor, los aborígenes protagonizaron numerosas rebeliones contra los colonos, tales como la de Tupac Amarú y Tupac Katari, que sembrarían la semilla de posteriores levantamientos a favor de la independencia.
La colonización portuguesa
La producción azucarera cobró gran importancia a partir de mediados del siglo XVI. Portugal tuvo el monopolio de la producción azucarera hasta el siglo XVII, cuando los holandeses ocuparon la región de Pernambuco, hasta que fueron expulsados por los portugueses treinta años después.
Brasil carecía de yacimientos de metales preciosos, lo cual incitaba a los colonos portugueses a sobrepasar la línea marcada en Tordesillas, en busca de depósitos áureos. Estos intentos se vieron reflejados en un paulatino avance de los lusos hacia el Río de la Plata y la ampliación de las fronteras coloniales hacia el oeste.
Al igual que los españoles, los portuguses se habían comprometido con el Vaticano a evangelizar a los aborígenes, tarea que compaginaban con la utilización de éstos como mano de obra esclava.
A partir del siglo XVII, Brasil obtuvo el grado de principado, dentro del Imperio Portugués, estatus que perduraría incluso ya comenzado el proceso de independecia en la región y que influiría en el sistema monárquico instaurado en el país tras su independencia en 1822.
Capitalismo
Es un sistema económico, que tiene vertientes políticas y sociales, en el que el capital predomina sobre el trabajo. El término (“kapitalism”) lo utilizó Carlos Marx por vez primera a mediados del siglo XIX. Éste sostenía que en el sistema capitalista los medios de producción (dinero, tierra, fábricas, máquinas, etc) están en manos de una clase social propietaria (la burguesía), en tanto que los trabajadores (proletarios) están desprovistos de cualquier pertenencia, lo que los obliga para sobrevivir a vender lo único que poseen, su fuerza de trabajo, percibiendo a cambio un salario. Pero Marx sostenía que ese salario que percibe el proletario no se correspondería con el valor del trabajo realizado, por el contrario, una parte del mismo (la plusvalía) se la apropiaría el capitalista, dando lugar a una acumulación de capital. El salario tan sólo permitiría reproducir la fuerza de trabajo (los obreros) y con él únicamente se atenderían las mínimas necesidades de subsistencia (alimento, vestido y poco más).
Independientemente del análisis que los autores marxistas realizan del sistema (modo de producción capitalista) se puede encontrar referencias al capitalismo desde otros ángulos. Así se habla de “economía de mercado” para designar la de aquellos países que permiten y alientan la propiedad privada de los medios de producción (capitalistas), frente a aquellos en los que es el Estado el único propietario de los mismos (comunistas).
También podemos encontrarnos con el término “economía mixta” para designar la de aquellos en donde se compagina la propiedad privada y la propiedad estatal o pública. Es lo que suele ocurrir en la mayor parte de los países industrializados no comunistas en nuestros días. Así por ejemplo, la Sanidad o la Educación (también otros sectores) están en manos tanto de empresarios privados (propietarios de colegios, hospitales, laboratorios, etc) como del Estado.
El más conocido y primer teórico del capitalismo fue Adam Smith. Éste sostenía que el interés y el enriquecimiento individual favorecen indirecta e inconscientemente el bienestar general de la sociedad, pues los empresarios, en su intento por satisfacer la demanda de bienes y con ello conseguir ganancias, producen riqueza. El Estado no debería pues, intervenir en la economía dejándoles que compitan entre sí en el mercado. Adam Smith estaba, por tanto, en franca oposición al mercantilismo todavía imperante en el mundo en que vivió.
Independientemente del análisis que los autores marxistas realizan del sistema (modo de producción capitalista) se puede encontrar referencias al capitalismo desde otros ángulos. Así se habla de “economía de mercado” para designar la de aquellos países que permiten y alientan la propiedad privada de los medios de producción (capitalistas), frente a aquellos en los que es el Estado el único propietario de los mismos (comunistas).
También podemos encontrarnos con el término “economía mixta” para designar la de aquellos en donde se compagina la propiedad privada y la propiedad estatal o pública. Es lo que suele ocurrir en la mayor parte de los países industrializados no comunistas en nuestros días. Así por ejemplo, la Sanidad o la Educación (también otros sectores) están en manos tanto de empresarios privados (propietarios de colegios, hospitales, laboratorios, etc) como del Estado.
El más conocido y primer teórico del capitalismo fue Adam Smith. Éste sostenía que el interés y el enriquecimiento individual favorecen indirecta e inconscientemente el bienestar general de la sociedad, pues los empresarios, en su intento por satisfacer la demanda de bienes y con ello conseguir ganancias, producen riqueza. El Estado no debería pues, intervenir en la economía dejándoles que compitan entre sí en el mercado. Adam Smith estaba, por tanto, en franca oposición al mercantilismo todavía imperante en el mundo en que vivió.
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